Pensé que lo sabías
que no hacía falta decirlo,
porque mis ojos lo gritaban.
Ojalá fuera tan fácil hablar
como sentir,
ojalá pudiera volar
a brazos abiertos
por entremedio
de las nubes amontonadas
y tragar los trozos de viento
que parecen de vidrio,
llenar los pulmones de ganas
y no tener ni un poco de miedo
a eso sí que me gustaría jugar.
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