Miré detenidamente la puerta del tren, pero nunca bajo
tal vez los rieles de su inseguridad se cruzaron
y abordo un vagon de miedos hacia otro lugar.
La luna esta llena y mi reloj marca las cinco
Encuentro un banquito, y me siento.
Pasan pares de zapatos a mucha velocidad,
delante de mis ojos cansados y marrones
mi globo ocular esta rojizo, por la pena y por un porro
que dosifica mi ansiedad de gritar.
El tren casi se va, otra vez
y tu aún no bajas, ya no quedan personas,
solo hay tierra, un par de sombras vagas y mucho silencio.
Comienzo el retorno al vació, por el camino mas corto
(que no siempre es el mas fácil) siento el olor de las calles,
el cemento húmedo mezclado con sudor de noches alocadas,
de mujeres buscando dinero y hombres matando la soledad.
Encuentro una plaza pequeña, su manta de verde me invita a probarla
me acuesto y miro al cielo que esta cambiando,
sus tonos oscuros por un poco de lila y celeste,
un par de nubes me saludan y comienzan a bailar.
Siento melodías profundas en mis oídos
y un vaho de frió que me abraza, me besa en la boca
me cierra los ojos , me duermo.