viernes, 11 de septiembre de 2009

El escape fugaz del más infame de los grillos.


Me escondí por los rincones para que nadie pudiera verme,
y al pasar cerca de tus pies contuve la respiración para que no me escucharas.
Salte al jardín por la puerta de atrás y con todo el impulso una de mis antenitas se desprendió,
ahora resulta que también he perdido el sentido de orientación.
Al llegar a la concurrida verma de la esquina me monte en una pálida hoja de otoño,
que navegaba con turbulencia por las aguas negras del grifo 15° que no cesaba de mojarlo todo.
Cuando por fin logre desembarcar en tierra firme, mis patas sintieron la fuerza de caminar donde quisiera, corrí por el callejon de la avenida 11° y entre nubes de humo logre ver algo parecido a mi.
Era un grillo un poco más de edad y en su boca balbuceaba algún tipo de saludo extraño que no logre comprender, me invito una copa de vino para el frió, y luego otra para el calor.
Terminamos sin darme cuenta tres botellas solamente por el clima y esto me causo gracia.
Cuando mi amigo nuevo y descuidado se quedo jetón , solo se escuchaba un silbido crónico desde su pecho al respirar... me detuve a pensarte otra vez mirando las brillantes estrellas que cómodamente desaparecían una a una a medida que el reloj se acercaba a las 6 am.
Me pregunte simplemente si habrías notado siquiera un poco mi ausencia o aun estarías de risas con los banqueros elegantes que me querían pisar sin piedad.
Cerré los ojos un momento y trate de recordarte, pero tanto era el intento que me dormí sin lograrlo.

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